El tener tantas mujeres a su alcance no parecía satisfacer su inmenso ego, puesto que tenía que privarse de las realmente le interesaban, las inteligentes posiblemente descubrirían su juego. Le atraía en exceso esa valenciana de corazón noble, pero le abrumaba su capacidad de deducción, su abstracción al leer entre líneas, esa dulzura que se adivinaba en sus mails, en cada comentario que hacia a los miles de pps que a diario recibía. Andrea empezó a confiar en ella y por ello las conversaciones a tres bandas empezaron a ser muy frecuentes, hasta que la madrileña se dio cuenta de que su marido virtual se estaba quedando prendado de su amiga, y es que tenía que reconocerlo, le daba cien vueltas, y podía hablar de literatura al mismo nivel que él, era capaz de escuchar sin impacientarse y eso lo acercaba a ella en exceso.
De esa forma me ví metida en una historia que no iba conmigo y que iba a terminar trayéndome un sinfín de sinsabores. Un sábado por la mañana Andrea había quedado para comer con Dani, yo me encontraba terminando un escrito en mi ordenador cuando, ella abrió mi ventana y empezó a zumbearme a sabiendas de cómo odio ese sonido estridente. Deje mi relato a mitad y me dispuse a contestarle, pero ella escribía compulsivamente, tenia que releer cada frase dos y tres veces porque no entendía su significado. Al final pude sacar en claro que Dani no había pasado a recogerla, que ese fin de semana a la niña no le tocaba ir con su padre, pero ante la insistencia del chatero de pasar juntos el fin de semana, lo había llamado para que se hiciera cargo de Carolina, y ahora llevaba más de dos horas de retraso y no lo localizaba en ningún sitio, ya había hablado con Irina por teléfono y yo era su siguiente y paciente victima.
Y de esa forma se gestó uno de los sábados mas angustiosos de mi vida, con ella colgada al msn, y zumbeando con insistencia a cada diez minutos y telefoneando cada hora. Tenía ganas de estrujar la garganta de Dani, porque mi sábado se estaba convirtiendo en una pesadilla y a saber en que juegos andaría metido él. Hacía tiempo que recelaba de esa perfección tan absoluta que desplegaba. A las nueve de la noche, Andrea me envió un mail para decirme que al final lo había localizado, que había tenido que cambiar los planes y le había escrito un mail que no sabía porque no había recibido. Pero ello lejos de tranquilizarla la puso más nerviosa todavía, al ver reproducidos en su amante virtual los mismo defectos de los que hacia gala su ex marido, Le invadió una sensación de desesperanza, pasaría el domingo también sola porque su orgullo le impedía telefonear a su todavía marido para recoger antes a Carolina.
Recibí la última llamada a las tres de la madrugada, y le supliqué que no llamara de nuevo porque iba a impacientar a mi marido, que esas no eran horas de llamar a las casas, y que intentara dormir que seguramente cuando el sol le acariciara el rostro vería las cosas de otra forma. Al fin logre dormir un rato, dándole vueltas a los cabos sueltos que tenía esa historia, que en aquellos momentos me parecían numerosos y graves. Intente hablar con ella al día siguiente y me encontré con su hermetismo cuando quise avisarle de los juegos de Dani, con una risita sarcástica me acusó de haberme enamorado de su chico y de no soportar que ella fuera la elegida, no podía entender nada, que había cambiado en aquellas horas, para que le hubiera dado un vuelco tan grande a los acontecimientos.
Había cerrado filas con Irina quien también estaba soportando como podía el mal humor del que Andrea hacía gala cada vez con más frecuencia, de nuestras conversaciones cada vez mas intimistas pudimos esclarecer que la mentira formaba parte de esta historia por ambas partes, que no solo Dani escondía muchisimas cosas, si no que Andrea nos contaba una versión distinta a cada una. Aquello supuso un duro golpe para mi, quizás porque en mis relaciones humanas solo exijo sinceridad, porque si una verdad es capaz de herir, una mentira es capaz de matar. Aún no se porque continué viviendo esta gran farsa sin destapar a ninguno de los protagonistas, a la espera de que alguno de los dos cometiera un fallo, pero pasaban los meses y los fallos no se producían, aunque por suerte él se percato del peligro que suponía para su coartada y se apartó de mi.
Andrea al no tener competencia se había relajado un poco, nos contaba con entusiasmo las atenciones que le prodigaba, lo cariñoso que era cuando pasaban juntos los fines de semana, lo caballeroso que era con su hija, siempre intentado incluirla en sus escapadas porque para el era importante que la niña se habituara a su presencia. Planeó un viaje a Barcelona para conocer a Irina, pero la relación de esta con Dani se había deteriorado tanto en los últimos meses que la catalana le ofreció su domicilio únicamente si el no la acompañaba, aquello la entristeció profundamente. Al final fue el quien no pudo viajar y allanó la senda entre las dos amigas.
El teléfono me despertó del aletargamiento en el que me había sumido después de una copiosa comida, dormían la siesta y yo disfrutaba de un buen libro sentada en el sofá, la voz de Irina me sobresaltó, lloraba y se ahogaba cuando intentaba hablar, intenté tranquilizarla, y cuando al fin pudo expresarse la sangre se me heló en las venas. Tal y como habíamos comentado los últimos meses algo cojeaba en esa mujer, como a la catalana le gustaba decir, le habían vendido una moto que no existía, y se había quedado sin el vehiculo y con una gran deuda. El paso de Andrea por Barcelona supuso el final de la amistad entre aquellas dos mujeres. Demasiadas mentiras puestas al descubierto de la forma más burda, y menos elegante posible.
Irina empezó a sospechar que esas mentiras iban mucho mas allá y que bajarse del tranvía en ese momento del trayecto posiblemente fuera lo más acertado, teniendo en cuenta su precaria salud, necesitaba tranquilidad y ninguno de sus amigos se la ofrecía. Hablo conmigo para comunicarme que iba a eliminar a casi todos del messenger y que agradecería que no diera información sobre ella, ni que le comentara nada de la parejita de tórtolos. Pero que sobre todo me andara con cuidado porque seguro que ahora intentarían encontrar otra cabeza de turco a la que martirizar.
No se equivocó en casi nada, ambos desplegaron un encanto desconocido, unas atenciones que me resultaron sospechosas, su intención averiguar cuanto sabía sobre Irina y de la visita que Andrea había hecho a Barcelona, me mantuve firme a mi promesa y me hice la tonta, acabe descubriendo que se me da mejor de lo que pensaba. Una mañana Dani me abrió una ventana, sus palabras fueron escuetas, lástima que no nos hayamos conocido en otro contexto, pero eres demasiado lista. La de vueltas que le habré dado a la frasecita , que preconizó un silencio que aún hoy dura. Antes de cerrar la única via de comunicación que le unía a mí sentenció, NO TODO ES ORO LO QUE RELUCE EN ANDREA, NO ME DEMONICES SOLO A MI. Aquello me dio mucho que pensar e intente apartarme de los dos, ahora que Irina me había dejado sola en el tranvía me pesaba en exceso la responsabilidad.
Con el paso de los meses y a pesar de que Andrea no se prodigaba seguí descubriendo mentiras, embrollos y sobre todo el precario estado mental en el que la madrileña parecía incurrir, perseguía por el chat a las amigas de las que se había separado por propia voluntad, les exigía ser escuchada cuando la historia carecía de pies y cabeza, y de nuevo y contra mi criterio me vi abocada a subirme de nuevo al tranvía que había abandonado para salvaguardar mi integridad física y mental, pero Sandra me necesitaba o se iba a volver loca con tanta persecución, me suplicaba que le aconsejara yo que sabía la historia de primera mano. Creí morir en el instante en que me suplicó que no la dejara sola ante aquella mujer que había perdido el norte. Muy a mi pesar le tuve que confesar que Andrea bebía y que vivía en un mundo inventado, que Dani quizás solo huía ahora de un engendro, porque a Andrea la situación se le había escapado de las manos, pero ni yo creía esa afirmación. Sabía que ella hacia años que se había dado a la bebida y que últimamente empinaba la botella mas de lo habitual, que había asustado a más de un contacto al ponerles la cámara en estado ebrio y haber caído de bruces, a pesar de haberme bajado del tranvía me seguían llegando noticias y no eran nada tranquilizadoras. Pero decidí apoyar Sandra en estos momentos que para ella estaban siendo muy duros.
De esa forma me ví metida en una historia que no iba conmigo y que iba a terminar trayéndome un sinfín de sinsabores. Un sábado por la mañana Andrea había quedado para comer con Dani, yo me encontraba terminando un escrito en mi ordenador cuando, ella abrió mi ventana y empezó a zumbearme a sabiendas de cómo odio ese sonido estridente. Deje mi relato a mitad y me dispuse a contestarle, pero ella escribía compulsivamente, tenia que releer cada frase dos y tres veces porque no entendía su significado. Al final pude sacar en claro que Dani no había pasado a recogerla, que ese fin de semana a la niña no le tocaba ir con su padre, pero ante la insistencia del chatero de pasar juntos el fin de semana, lo había llamado para que se hiciera cargo de Carolina, y ahora llevaba más de dos horas de retraso y no lo localizaba en ningún sitio, ya había hablado con Irina por teléfono y yo era su siguiente y paciente victima.
Y de esa forma se gestó uno de los sábados mas angustiosos de mi vida, con ella colgada al msn, y zumbeando con insistencia a cada diez minutos y telefoneando cada hora. Tenía ganas de estrujar la garganta de Dani, porque mi sábado se estaba convirtiendo en una pesadilla y a saber en que juegos andaría metido él. Hacía tiempo que recelaba de esa perfección tan absoluta que desplegaba. A las nueve de la noche, Andrea me envió un mail para decirme que al final lo había localizado, que había tenido que cambiar los planes y le había escrito un mail que no sabía porque no había recibido. Pero ello lejos de tranquilizarla la puso más nerviosa todavía, al ver reproducidos en su amante virtual los mismo defectos de los que hacia gala su ex marido, Le invadió una sensación de desesperanza, pasaría el domingo también sola porque su orgullo le impedía telefonear a su todavía marido para recoger antes a Carolina.
Recibí la última llamada a las tres de la madrugada, y le supliqué que no llamara de nuevo porque iba a impacientar a mi marido, que esas no eran horas de llamar a las casas, y que intentara dormir que seguramente cuando el sol le acariciara el rostro vería las cosas de otra forma. Al fin logre dormir un rato, dándole vueltas a los cabos sueltos que tenía esa historia, que en aquellos momentos me parecían numerosos y graves. Intente hablar con ella al día siguiente y me encontré con su hermetismo cuando quise avisarle de los juegos de Dani, con una risita sarcástica me acusó de haberme enamorado de su chico y de no soportar que ella fuera la elegida, no podía entender nada, que había cambiado en aquellas horas, para que le hubiera dado un vuelco tan grande a los acontecimientos.
Había cerrado filas con Irina quien también estaba soportando como podía el mal humor del que Andrea hacía gala cada vez con más frecuencia, de nuestras conversaciones cada vez mas intimistas pudimos esclarecer que la mentira formaba parte de esta historia por ambas partes, que no solo Dani escondía muchisimas cosas, si no que Andrea nos contaba una versión distinta a cada una. Aquello supuso un duro golpe para mi, quizás porque en mis relaciones humanas solo exijo sinceridad, porque si una verdad es capaz de herir, una mentira es capaz de matar. Aún no se porque continué viviendo esta gran farsa sin destapar a ninguno de los protagonistas, a la espera de que alguno de los dos cometiera un fallo, pero pasaban los meses y los fallos no se producían, aunque por suerte él se percato del peligro que suponía para su coartada y se apartó de mi.
Andrea al no tener competencia se había relajado un poco, nos contaba con entusiasmo las atenciones que le prodigaba, lo cariñoso que era cuando pasaban juntos los fines de semana, lo caballeroso que era con su hija, siempre intentado incluirla en sus escapadas porque para el era importante que la niña se habituara a su presencia. Planeó un viaje a Barcelona para conocer a Irina, pero la relación de esta con Dani se había deteriorado tanto en los últimos meses que la catalana le ofreció su domicilio únicamente si el no la acompañaba, aquello la entristeció profundamente. Al final fue el quien no pudo viajar y allanó la senda entre las dos amigas.
El teléfono me despertó del aletargamiento en el que me había sumido después de una copiosa comida, dormían la siesta y yo disfrutaba de un buen libro sentada en el sofá, la voz de Irina me sobresaltó, lloraba y se ahogaba cuando intentaba hablar, intenté tranquilizarla, y cuando al fin pudo expresarse la sangre se me heló en las venas. Tal y como habíamos comentado los últimos meses algo cojeaba en esa mujer, como a la catalana le gustaba decir, le habían vendido una moto que no existía, y se había quedado sin el vehiculo y con una gran deuda. El paso de Andrea por Barcelona supuso el final de la amistad entre aquellas dos mujeres. Demasiadas mentiras puestas al descubierto de la forma más burda, y menos elegante posible.
Irina empezó a sospechar que esas mentiras iban mucho mas allá y que bajarse del tranvía en ese momento del trayecto posiblemente fuera lo más acertado, teniendo en cuenta su precaria salud, necesitaba tranquilidad y ninguno de sus amigos se la ofrecía. Hablo conmigo para comunicarme que iba a eliminar a casi todos del messenger y que agradecería que no diera información sobre ella, ni que le comentara nada de la parejita de tórtolos. Pero que sobre todo me andara con cuidado porque seguro que ahora intentarían encontrar otra cabeza de turco a la que martirizar.
No se equivocó en casi nada, ambos desplegaron un encanto desconocido, unas atenciones que me resultaron sospechosas, su intención averiguar cuanto sabía sobre Irina y de la visita que Andrea había hecho a Barcelona, me mantuve firme a mi promesa y me hice la tonta, acabe descubriendo que se me da mejor de lo que pensaba. Una mañana Dani me abrió una ventana, sus palabras fueron escuetas, lástima que no nos hayamos conocido en otro contexto, pero eres demasiado lista. La de vueltas que le habré dado a la frasecita , que preconizó un silencio que aún hoy dura. Antes de cerrar la única via de comunicación que le unía a mí sentenció, NO TODO ES ORO LO QUE RELUCE EN ANDREA, NO ME DEMONICES SOLO A MI. Aquello me dio mucho que pensar e intente apartarme de los dos, ahora que Irina me había dejado sola en el tranvía me pesaba en exceso la responsabilidad.
Con el paso de los meses y a pesar de que Andrea no se prodigaba seguí descubriendo mentiras, embrollos y sobre todo el precario estado mental en el que la madrileña parecía incurrir, perseguía por el chat a las amigas de las que se había separado por propia voluntad, les exigía ser escuchada cuando la historia carecía de pies y cabeza, y de nuevo y contra mi criterio me vi abocada a subirme de nuevo al tranvía que había abandonado para salvaguardar mi integridad física y mental, pero Sandra me necesitaba o se iba a volver loca con tanta persecución, me suplicaba que le aconsejara yo que sabía la historia de primera mano. Creí morir en el instante en que me suplicó que no la dejara sola ante aquella mujer que había perdido el norte. Muy a mi pesar le tuve que confesar que Andrea bebía y que vivía en un mundo inventado, que Dani quizás solo huía ahora de un engendro, porque a Andrea la situación se le había escapado de las manos, pero ni yo creía esa afirmación. Sabía que ella hacia años que se había dado a la bebida y que últimamente empinaba la botella mas de lo habitual, que había asustado a más de un contacto al ponerles la cámara en estado ebrio y haber caído de bruces, a pesar de haberme bajado del tranvía me seguían llegando noticias y no eran nada tranquilizadoras. Pero decidí apoyar Sandra en estos momentos que para ella estaban siendo muy duros.