martes, 24 de febrero de 2009

El devorador vacio de la soledad






Como cada mañana, sonaron unos golpes suaves en la puerta de su dormitorio, su madre la despertaba para ir al colegio. Empezaba para ella un día más, una pesadilla que llevaba arrastrando desde el primer día que piso la escuela hacía ya algunos años, pero que ahora había minado en demasía su autoestima. Por más que lo intentaba no alcanzaba a entender la animadversión que sentían hacia ella sus compañeras, el porque la convertían en el blanco de todas sus burlas, de toda suerte de insultos, algunos de los cuales ya le daban hasta risa.



Pero algo había cambiado ese trimestre, su clase era mayoritariamente femenina, los pocos chicos se defendían como podían de aquellas harpías de lengua afilada. El maestro a fin de ilustrar el tema que estaban dando había solicitado fotos que ilustraran las fiestas de la barriada en la que estaba ubicado el colegio, para ella era fácil, sus padres se habian criado en esa zona y la abuela las tenía a montones. Fue la que más fotos aportó a la exposición, pero allí mismo empezó su viacrucis, en una de las fotos se podia ver a su madre vestida con el traje regional de Valencia, un precioso vestido de fallera, que realzaba su entonces esbelta figura.



Las chicas pillaron su punto débil y hurgaron en él a conciencia, el que la llamaran pija y le hicieran el vacio, parecía no afectarle ya, pero el que le dijeran que terminaría tan gorda como su madre con cara de asco le dolía en exceso, si ella había cogido tanto peso se debía a un problema de tiroides y no parecia no darle ninguna importancia, de ello no daba muestras de tener complejos y vestía dentro de sus posibilidades con lo que le gustaba. No recordaba que día había dejado de quererse, que día se había diluido su percepción de la realidad. No se puede decir que fuera guapa, o al menos ella no lo consideraba así, pero si era rubía y tenía unos preciosos ojos azules y estaba delgadisima quizás incluso demasiado, pero eso no preocupaba a su entorno porque comía todo lo que le apetecía y era golosa en exceso, quizás por ello los insultos de sus compañeras hicieron mella en ella.



A sus escasos siete años había descubierto que la imagen era muy importante, si ella sufría un cambio como el de su madre sería su final, ese miedo terrorífico y el hecho de sentirse tan sola, la abocaron a un camino sin retorno, comenzó a frecuentrar la compañía de ana y mía, posiblemente más peligrosa que cada una por separado. Le resultaba dificil por no decir imposible burlar la vigilancia férrea de su madre a la hora de las comidas, pero era fácil esconderla cuando se encontraba en la escuela. Por ese motivo, empezaba siempre el día con mía, los desayunos en su casa eran completos, y ella lo tomaba en compañía de su hermana pequeña sin rechistar, al llegar al cole y antes de entrar en el aula, pasaba por el baño y vaciaba su estomago.

De esa forma se enfrentaba a dos horas de clase y luego entraba ana en escena, siempre había compartido el almuerzo con sus compañeros, su madre era una excelente repostera, pero ahora sencillamente se las ingeniaba, para que no quedara nada en su bolsa y sin probar bocado, no le resultaba dificil, de vuelta a las clases y a esperar un nuevo suplicio en forma de suculento plato cocinado, las tripas le arañaban, pero era incapaz de comer nada, si lo hacia los remordimientos no la dejaban disfrutar de las suculencias que desfilaban ante sus ojos, asi que la escondia en sus bolsillos repletos de bolsas, allí vertía la comida y la vaciaba en las papeleras, su plan funcionaba a las mil maravillas.

Llevaba asi varios meses, su pérdida de peso empezaba a ser preocupante, su debilidad era extrema, y una mancha negroazulada se extendia por debajo de unos ojos carentes de brillo, se le había agriado el cáracter de por si risueño, y levantarse de la cama empezaba a ser un suplicio, nada de esto escapaba a los avezados ojos de su madre que con preocupación consultaba a cuanto especialista conocía. La cosa se puso fea, cuando empezo a sangrar por la nariz. Los médicos consultados no se explicaban el cambio que había experimentado la chiquilla en poco tiempo, le sugirieron que consultara con un sicologo, aunque la niña fuera reacia, quizás pudieran enfocar hacía donde dirigir las exploraciones.

Se había convertido casi una muñeca de cristal, frágil a simple vista pero su carácter se había endurecido, su aspecto era la salvaguarda contra los insultos de las niñas con las que compartía juegos, cuanto más se deterioraba su imagen más la aceptaban en su entorno. A la sicologa no le fue fácil lograr que la niña confiara en ella, poco a poco con paciencia y unos cuentos en los que mezclaba la ficcion con la autobiografía consiguió que le abriera las puertas de sus preocupaciones, un escalofrio recorrio su espalda al escuchar lo que la pequeña relataba con un frialdad absoluta y utilizando la tercera persona, como si nada tuviera que ver con ella.



Su vida cambio radicalmente, dejo de ir a la escuela para someterse a todo tipo de examenes que revelaron una anorexia galopante, ana y mía se habían cebado en su menudo cuerpo, jugando al escondite con los facultativos durante meses, enmascarando sintomas. La internaron en un centro donde niñas como ella luchaban por sobrevivir, por aprender a comer, por recuperar su autoestima y la objetividad. El camino de la recuperación no fue fácil, y sobrellevarlo sola con su tierna edad menos, temía coger peso y que le hicieran el vacio de nuevo, temía el momento de enfrentarse de nuevo a los insultos. Un equipo de sicologos la preparaban a diario, explicandole que la obesidad que sufría su madre era poco probable que le pudiera afectar a ella a no ser que desarrollara la enfermedad, y que en ese caso no comer no era la solución, porque aún asi no bajaria de peso, se trataba de una disfuncion del organismo.


Poco a poco sus mensajes fueron calando en ella, comenzó a comer poco a poco, pero mía se resistía a abandonar su presa, y le costaba mucho esfuerzo mantener en su débil cuerpo las pequeñas cantidades que le preparaban, conforme fue concienciandose y recuperandose le permitieron ver a sus padres, era un premio que a ella le sabía a gloria y le daba fuerzas para enfrentarse a los cambios que su cuerpo estaba experimentando de nuevo y a la dureza de las terapias.

Tras dos meses de angustía estuvo preparada para volver a casa, pero no tanto para enfrentarse a sus harpías compañeras, pero decidió hacer frente a la situacion como mejor pudo, los golpes de mamá sonaron de nuevo en la puerta, cuanto los había echado de menos, se desperezó, salto de la cama, miro su armario, eligio una falda vaquera un suerter azul cielo, para resaltar de nuevo el brillo de sus ojos y salió dispuesta a comerse el mundo. Al llegar a clase los chicos se volcaron en ella, las chicas se dividieron, la calma parecio reinar durante un par de días en los que volvio a notar el vacio, pero los insultos habían cesado. En ello había influido la amenza de la directora de expulsar del centro a quien se atreviera a perseguir verbalmente a la niña.

Habían pasado tres años de aquello, tres largos años, en los que fue calando en algunas de sus compañeras y sentia el apoyo incondicional de los muchachos, durante ese tiempo, no había vuelto a pensar en ana ni en mía, se veía estupenda al espejo, pero los sueños duran poco y las pesadillas se eternizan y habían vuelto a la carga, de nuevo los insultos se cebaron y el fantasma de la gordura se cernía sobre ella, había hecho intentos de dejar de comer de nuevo, sin embargo esta vez contaba con aliados que hicieron frente comun con ella y le impidieron cometer de nuevo esa tontería, solo había ocho chicos en la clase, pero fueron suficientes para infundirle el suficiente valor para afrontar el día a día sin tener en cuenta ese fantasma que podía no llegar a afectarle nunca.

Tan solo dos meses antes la sonrisa se había borrado de su rostro, ahora comprendía que la envidia era mala consejera y que sus compañeras se habían rendido a sus pies por no poder disfrutar de lo que ella tenía, aprendió que lo importante era quererse a si misma fuera delgada o gordita, que solo de esa forma los demás terminarian aceptandola, y que el universo femenino en torno a los diez u once años no se limitaba a esas doce malcriadas que poblaban su colegio. Comprendió que debía sobrevivir en ese terreno hostil, que ello la haría mas fuerte y comenzó a establecer lazos en otros ambientes, asombrándose de la cantidad de amigas que podía llegar a tener, el ser constante le sirvió para darse cuenta de que la solucion a sus problemas no estaba en refugiarse en los brazos de ana y mía, si no más bien en huir de ellos.



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14 comentarios:

Viperina dijo...

Es increíble lo dañina que puede ser la presión, en este caso ya no social, sino de un puñado de mequetrefes, que pueden llegar a empujar a una criatura a llegar a extremos realmente peligrosos para su vida. Siempre se ha dicho que los niños son muy crueles, pero la realidad de hasta dónde puede llegar esa crueldad es inimaginable. Estremecedora historia, afortunadamente con un final positivo que no en todos los casos llega...
Besos, cielo.

€_r_i_K dijo...

Hacerse válid@, en una sociedad así, cuesta, parecer diferente físicamente al estereotipo marcado por vete tu a saber que cerebro....
Deja a veces tocad@s a personas de las cuales perdemos muchas cosas grandes de ell@s, pero al final, cuando del árbol cae la fruta ya madurada, hace una verdadera obra de arte en dicha persona.....
Lástima tener que aprender del dolor....
Pero nadie dijo que en el juego de la vida no exista la palabra crueldad.......

Abrazos.....

Lilyth dijo...

Un problema social muy grande al que los adultos no hacemos frente, pues el estereotipo de belleza apunta cada vez con mayor peligro a la delgadez extrema. Todos vivimos con fantasmas a cuestas, solo queda encontrar las fuerzas necesarias para hacerles frente y cuando éstas nos fallan, no dudar en acudir a las fuerzas de la gente que nos quiere...

Marinel dijo...

IMpresionante relato.Duro, real como la vida misma...
Y aunque parezca imposible...por suerte salió del infierno...
La vida es muy dura para las niñas que tienen arquetipos femeninos esqueléticos como estatus de belleza.
Las madres tenemos una labor importante en cuanto a obervación se refiere.El entorno es fundamental para consolidar una personalidad, más si es débil, ya que la vida es una jungla y el colegio no lo es menos, sino todo lo contrario.
Cuesta mucho reconocer esto para una mente infantil, y hacerlo es todo un logro aunque sea mucho tiempo el que se necesite...
Yo fui una niña muy pequeñita siempre, con problemas en los huesos que me impedían hacer gimnasia como las demás, pero a pesar de mi apariencia, resulté ser más fuerte de lo que creía y superé los obstáculos...
Fue muy importante también el hecho de que tuve muchísimo cariño, me rodeé de gente maravillosa y eso es vital para salir airosa de cualquier situación.
Relato para reflexionar,sin duda.
Besos.

Radamanth dijo...

Gracias por vuestros comentarios todos tan acertados y cercanos a esta realidad que viven muchos jovenes y niños, me gustaria poder decir que este relato es fruto de mi imaginacion, pero por desgracia es una situacion que esta viviendo una compañera de clase de mi hijo. Coincidimos en una cena el 14 de febrero, y pude constatar que se repetia la historia, en los ojos de la madre una lagrima por no saber como encarar la situacion, en los ojos de mi hijo, su amigo, una determinacion no la iban a dejar ni a sol ni a sombra no podian permitir que ella terminara de nuevo en un hospital... la crueldad no se si es tanto de los niños como de los padres que en esa clase tienen parte de la culpa de todo lo que sucede. Lo que mas me indigna es que mi hijo es un chico gordito y con el nunca se han metido, pero si lo hubieran hecho tiene una personalidad muy fuerte, sin embargo con ella que por naturaleza, porque tiene un metabolismo rapidisimo, es delgadisima se han cebado. He buscado miles de explicaciones sin llegar a ninguna, el escribir este relato ha sido mas que nada para concienciar a la gente del daño que pueden hacer con tan solo una palabra...

Besos y gracias por vuestros comentarios

leo dijo...

hola, he visto que te has agregado a mi blog...muchas gracias, ....volveré luego a leer tu entrada porque se ve interesante¡¡

un beso.

leo dijo...

me ha gustado leerte, la verdad me ha recordado algo que ....bueno, a veces tenemos una distonsión de lo que somos y de como somos, pero siempre llega el dia en que la ceguera de nuestros ojos desaparece y podemos encontrarnos.
me ha gustado mucho el mensaje.

gracias por dejar comentario en varias entradas mias, se agradece la verdad.

nos leemos.

un beso

Anónimo dijo...

El azar me ha traido hasta tu ventana y estoy impresionada por el realismo de tus relatos y la fuerza maravillosa de las imágenes que colocas...mi enhorabuena navegante por un rincón precioso como el tuyo...

Anónimo dijo...

Vi que me habías agregado a este invento de los seguidores y vine a darte las gracias, pues no recuerdo que me hayas escrito nunca, así que espero que pronto te des a conocer. Je, je, je. A ver si podemos ser buenos amigos. Gracias por visitar mi desván y me alegro de que te gustara. Me perdí un momento en la fuerza de tus palabras y te felicito por lo que sabes crear. Un abrazo muy grande.

Carmen dijo...

Me ha gustado leerte, y seguiré haciendolo si me lo permites. Gracias por asomarte a mi blog. Besos.

/ dijo...

El tema sobre la estética llega a un punto tan enfermizo, donde los valores de la belleza se encuentran absolutamente trastocados. Excelente post.

BESOS


PD: Cuando puedas y tengas ganas, te invito a mi blog.

Anónimo dijo...

Me abrumaste con tu comentario, amiga. Hablas con mucha sensatez y casi me aprendí tus palabras de memoria. Me gustaría que fuéramos amigos. ¿Qué te parece? Los necesito en esta etapa de mi vida, donde todos se me fueron. Un beso fuerte y espero poder leerte pronto. Hasta la próxima.

Anónimo dijo...

Por cierto, odio a la soledad por encima de todas las cosas. Pero ella se empeña en estar a mi lado. Cuídate.

/ dijo...

Antes que nada, te agradezco sinceramente tu visita y sobretodo tu comentario. Antes de comenzar a escribir una historia, yo siempre parto de la premisa que la realidad termina superando la ficción. Hace años aquí en mi país hubo dos casos muy sonados, en diferentes circunstancias, en que las madres presenciaron el asesinato de sus respectivos hijos, permanceciendo impertérritas. También aquí es muy común, encontrar en tachos o botes de basuras, bebés recién nacidos abandonados por sus propias madres.
Por supuesto que en relato estoy escribiendo sobre personalidades fronterizas, casi enfermas, que por suerte son pocas, pero para mis cuentos jamás me baso en un hecho real, simplemente soy un contador de historias. Eso sí, en todas, como te dije antes, y sobre todo en estos tiempos que vivimos, el espacio entre la cordura y la locura cada vez es mas angosto.

Gracias nuevamente, te dejo un beso.